Hemos confiado la
regla de oro a la memoria; ahora confiƩmosla a la vida.
EDWIN MARKHAM
En una oportunidad me pidieron que
trabajara con una compaƱĆa a cuyo presidente le preocupaba mucho la falta de
cooperaciĆ³n entre su personal.
«Nuestro problema bĆ”sico, Stephen, es
que son egoĆstas», me dijo. «Sencillamente no quieren cooperar. Si lo hicieran,
sĆ© que podrĆamos producir mucho mĆ”s. ¿Puede usted ayudarnos a elaborar un
programa de relaciones humanas que resuelva el problema?»
«¿Su problema es la gente o el
paradigma?», le preguntĆ©.
«VĆ©alo usted mismo», fue la respuesta.
AsĆ lo hice. Y descubrĆ que existĆa un
egoĆsmo real, una falta de voluntad para cooperar, resistencia a la autoridad,
comunicaciones defensivas. ComprendĆ que la cuenta bancada emocional al
descubierto habĆa creado una cultura de baja confianza.
«Profundicemos en la cuestiĆ³n»,
sugerĆa. «¿Por quĆ© su personal no coopera? ¿CuĆ”l es la recompensa por no
cooperar?»
«No hay ninguna recompensa por no
cooperar», me asegurĆ³. «Las recompensas por cooperar son mucho mayores.»
«¿Lo son?», insistĆ. En una pared de la
oficina de aquel hombre habĆa un gran cuadro cubierto por una cortina.
En el
cuadro se veĆan unos cuantos caballos de carrera alineados en una pista. En
lugar de cabezas, los caballos tenĆan las caras de los gerentes. Al final de la
pista habĆa un hermoso cartel de agencia de viajes con un paisaje de las
Bermudas, un panorama idĆlico con el cielo azul, jirones de nubes y una
romƔntica pareja que caminaba tomada de la mano por una playa de arena blanca.
Una vez a la semana, el hombre reunĆa a
su personal en aquella oficina y hablaba sobre la cooperaciĆ³n.
«Trabajemos juntos. Si lo hacemos,
todos ganaremos mĆ”s dinero.» DespuĆ©s retiraba la cortina y les enseƱaba
el cuadro. «¿QuiĆ©n de ustedes va a
ganar el viaje a las Bermudas?»
Eso era como pedirle a una flor que
creciera y regar otra, como decir «Los despidos continuarĆ”n hasta que suba la
moral». Ćl querĆa cooperaciĆ³n. QuerĆa que su gente trabajara conjuntamente, que
compartiera ideas, que todos se beneficiaran con el esfuerzo. Pero al mismo
tiempo los ponĆa en una situaciĆ³n de competencia. El Ć©xito de un gerente
significaba el fracaso de los otros.
El problema de esa compaƱĆa era el
resultado de un paradigma defectuoso, como suele ocurrir con muchos problemas
entre personas en la empresa, en la familia y en otros tipos de relaciĆ³n. El
presidente pretendĆa obtener los frutos de la cooperaciĆ³n partiendo de un
paradigma de competencia. Y como no lo conseguĆa, querĆa una tĆ©cnica, un
programa, un arreglo rĆ”pido que actuara como antĆdoto e hiciera que su personal
cooperara.
Pero no se puede cambiar el fruto sin
cambiar la raĆz. Trabajar sobre las actitudes y conductas equivale a arrancar
las hojas del Ɣrbol. De modo que, en cambio, debemos concentrarnos en producir
una excelencia personal y organizacional de un modo enteramente diferente,
creando sistemas de informaciĆ³n y recompensa que refuercen el valor de la
cooperaciĆ³n.
Sea uno el presidente de una compaƱĆa o
el portero, en el momento en que pasa de la independencia a la interdependencia,
avanza hacia un rol de liderazgo. Se encuentra en la posiciĆ³n de influir sobre
otras personas. Y el hƔbito del liderazgo interpersonal efectivo es
«pensar en ganar/ganar».
Obtenido de: LOS 7 HĆBITOS DE LA GENTE ALTAMENTE EFECTIVA de Stephen Covey
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