-Cuando
yo sea el director, entonces seré
líder… ¿Has pensado esto alguna vez?
Uno de los mitos sobre el liderazgo es
creer que uno se convierte en líder sólo -y sólo- si se está en una alta posición
de una organización determinada (llámese trabajo, asociación civil, club social
o eclesiástico).
En su libro, “Líder de 360 grados”, John Maxwell
demuestra que ser líder depende realmente de tu influencia sobre la gente, no
de tu posición con respecto a ellos.
Revisemos la definición de líder de la Real Academia
Española:
“Persona a la que un grupo sigue, reconociéndola como jefe u orientadora.”
Las personas “seguimos” a aquellas que aportan “valor”
a nuestras vidas y nos “inspiran” a ser mejores, ya sea a través de consejos,
palabras de ánimo, críticas
constructivas o información relevante (por cierto, algo similar a lo que vemos
en la red social Twitter). Asimismo,
cuando seguimos a alguien, nuestro ser interno le confiere un status ya sea de “mentor”, “maestro”,
“padre”, “líder”, “jefe” u “orientador”, y esto es una acción que “nace” del
ser humano, no puede venir del exterior a imponerse.
Ser líder
requiere entonces de tu compromiso
para aportar ese “valor” a otras personas, las cuales, en un momento dado
tomarán la decisión de seguirte o no. Así se inicia en el liderazgo, y en tu proceso
de crecimiento vas a necesitar pulir tus virtudes y corregir tus vicios, a fin
de ser perfeccionado.
*Algo
que pocos consideran es que la influencia positiva sobre la gente sólo se logra
amándolos. Y es que el amor es la
única razón de ese regalo constante de “valor” que les das a las personas, por
el cual ellas te aman también y a la vez, te “siguen”.
Les dejo con una ilustración y espero sus comentarios.
¡Excelente día!
0 comentarios:
Publicar un comentario