Esta es una ‘historia robada’, una anécdota que escuché de
mi mejor maestra en la universidad y ahora la comparto contigo:
Hace algunos años, ella trabajó como reportera en un diario
de Chiapa de Corzo, Chiapas. Cierto día de madrugada, se despertó a causa del ruido ocasionado por el
vendaval que ocurría afuera y al asomarse por la ventana de su casa lo
confirmó: una lluvia torrencial dominaba el paisaje. Pensó para sí misma: ‘No
podré ir a trabajar, nadie me va a atender con esta lluvia’, por lo que se quedó con su familia en casa. De hecho,
ninguno de sus compañeros del diario fue a trabajar. Estaba demasiado fuerte la
lluvia, no tenía caso salir…
Al día siguiente, el cielo estaba despejado y se presentó a trabajar
con normalidad. Pero al llegar a su lugar de trabajo, su jefe sólo le dijo
escuetamente: ‘a mi oficina, por favor’. Al entrar vio a sus compañeros
nerviosos, quienes tampoco se habían presentado el día anterior.
-Están despedidos por no llegar a trabajar ayer- les dijo molesto
el jefe
Todos los empleados se miraron unos a otros de incómodamente... Entonces, uno de ellos trató de persuadirlo para permitirle dar su explicación. Su jefe accedió.
-Bueno, ¿por qué no llegaron ayer? Si se puede saber…
-Porque estaba lloviendo demasiado ¿No lo notó? En toda la ciudad se
suspendieron las actividades. Nadie fue a trabajar ¿A quién íbamos a
entrevistar? ¿Qué dependencia nos iba a atender?- concluyó razonablemente el joven
-¡Pues su deber era sacar las notas sobre cómo
la lluvia afectó a la población entera! Comerciantes, escuelas, gobierno...
Todos los reporteros se sintieron apenados al momento.
-Entiendan esto -agregó su jefe- el diario sale todos los
días, llueva, truene o relampaguee… -y añadió- Que sea la última vez. ¡Vamos, chicos! ¡A trabajar!
Yo atribuyo
mi éxito a esto: nunca puse excusas, y nunca las acepté de los demás"
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