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El Blog para emprendedores

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viernes, 13 de julio de 2012




Primer punto importante que hay que destacar: no eres tan mal orador como crees.
“Cuando invitamos a gente tímida a dar pláticas ante grupos, a menudo lo hacen mucho mejor de lo que habían pensado. Cuando se siente timidez, hay una tendencia a subestimar tu desempeño”, afirma Lynne Henderson, director del Shyness Institute (Instituto de la Timidez), organización sin fines de lucro con sede en California.

Segundo punto importante a destacar: un poco de ansiedad es buena, porque eso significa que te importa. Lo único que hace falta es canalizar tu preocupación hacia las cosas adecuadas. Debes recordar que el auditorio quiere escuchar a alguien que tiene el control de la situación y por ende, que puede ayudarlos.

La primera parte

Mira a tu audiencia. Esto lo haces dirigiéndote a ella con la cabeza, es lo mismo que harías en una conversación. Y todos los discursos deben ser conversaciones, incluso, aunque tú seas el único que habla.

Exprésale reconocimiento a la audiencia pero no de manera vaga sino de una forma específica. “Estoy encantado de estar aquí” no funciona tan bien como: “estoy encantado de estar aquí para hablar con ustedes”.

Después, de manera muy clara y sin muchas abstracciones, diles que te dispones a hacer. ¿Qué tienes para dar? ¿qué necesitan ellos? ¿en qué punto coinciden?

La historia

Los tres mejores consejos que se pueden dar a una persona que va a hablar en público son:
  •  El tema puede ser aburrido; sin embargo, las historias que cuentes no pueden ser aburridas.
  • Tú estás a cargo de la historia.
  • La gente no extrañará lo que no está ahí.

Dale a la audiencia algo para que se lo lleve: ideas, tips, reglas, algo útil.

Cómo te ves

Tómalo con calma. No es obligatorio hablar fuerte; no es imprescindible ser insistente para presionar a la gente. En una palabra: no es necesario “vender”. En el escenario, “vender” resulta simplemente insoportable.

Piensa en algún gran discurso histórico: si bien todos implican vender algo, la venta queda en segundo plano. El asunto principal es la información.

Por otro lado, se consciente de los movimientos que realizas en el escenario ya que estos se magnifican:

Cuando cruzas las piernas, la gente lo nota.
Cuando te rascas la cara, la gente lo nota.
Cuando haces una luchita de pulgares contigo mismo, la gente se da cuenta.

¡Así que estate en paz! La gente lo ve todo. Lo mejor de controlar esta clase de movimientos es que, en cierta manera, también sirve para calmarte a ti.

Cómo cerrar el círculo

Preguntar si alguien tiene dudas o comentarios al final de una charla no es tan efectivo como pedirle a la gente que levante la mano si tiene preguntas (o que simplemente las planteen a gritos) y luego seguir hablando. El objetivo es que alguien te interrumpa.

Si nadie hace preguntas, debes afinar tu discurso, porque eso quiere decir que no hiciste que se cuestionaran de qué manera tu historia afecta su vida. Porque no sostuviste una conversación. En realidad, esto refleja que has hablado a ellos, no hablado con ellos. Piensa en las manos levantadas como en un punto extra de tu desempeño.

Tu meta debe ser llegar a un punto el cual puedas decir; “tenemos tiempo sólo para una pregunta más”. Lo cual es perfecto, significa que entendieron lo que puedes hacer por ellos y quieren saber más acerca de la manera en que tu historia puede satisfacer sus necesidades. Esto sugiere que estás realizando un buen trabajo, tanto en el escenario como fuera de él.

Obtenido de Revista Entrepreneur. Año 20. Número 4. Abril 2012

viernes, 6 de julio de 2012


Es una realidad que los dueños de los negocios se enfrentan a situaciones difíciles todos los días, pues tienen que solucionar diversos problemas, desde conseguir fondos para operar y resolver problemas con el personal hasta lidiar con clientes exigentes. Así, el estrés se acumula y puede conducir al agotamiento excesivo o síntoma más severos.

Si te encuentras estresado prácticamente todo el tiempo, considera algunas recomendaciones que pueden ayudarte a bajar tu nivel de nerviosismo en sólo 60 segundos (o menos).





         1Ponte en movimiento. La experta en estrés, Kathleen Hall, aconseja tener una cuerda para saltar en un espacio libre en tu oficina. De esta manera, cuando la tensión te domina, salta por u n minuto o haz otra actividad como abdominales o sentadillas, que fácilmente se pueden realizar en tu espacio de trabajo.

“El ejercicio relaja los músculos que se tensionan y rigidizan a la hora de experimentar estrés”, dice Hall, directora del Stress Institute de Atlanta, Georgia, EE.UU.-una firma educativa que se enfoca en los efectos y la prevención del estrés-. “El ejercicio libera inmediatamente oxígeno al cerebro, órganos vitales y músculos; calmando mente, cuerpo y alma”, explica.

     2.  Estira. Para la especialista, hacer estiramientos es otra buena forma de reponer y brindar sensación de calma. Sugiere tres movimiento de yoga que puedes hacer sentado, sosteniendo cada extensión por cinco segundos:
  • Con los brazos a los lados, pon la cabeza entre tus piernas, y estira como si intentaras tocar el piso.
  • Con las manos sobre los mulsos, estira el cuerpo hacia arriba, y después mueve la barbilla hacia el pecho.
  • Con los pies en posición firme, toma el brazo de la silla y gira tu cabeza hacia la pared trasera, sostén y respira; repite del otro lado.

     3. Enfócate en la respiración. Wendy Duncan, también experta en tensión, recomienda un ejercicio de respiración que llama “Coherencia del corazón” en tres pasos: primero, coloca la, mano izquierda sobre el corazón, imagina que tu respiración fluye por él; después, cuenta hasta cuatro mientras aspiras y otra vez mientras exhalas; por último, piensa que sentimientos como el amor, la alegría y la compasión irradian de tu cuerpo como rayos de luz.

“Este método fue descubierto a finales de 1970 durante una investigación sobre trasplantes de corazón”, cuenta Duncan, fundadora de Wendy Duncan International de Redmond, Oregon un centro que ofrece programas, retiros y cursos para liberara el estrés. “El descubrimiento principal fue que el corazón tiene sus propio cerebro e inteligencia. Por lo tanto, su actividad impacta a ti y a los que te rodean. De ahí que sincronizar tu corazón y mente te beneficia de inmediato y ayuda al liberar el estrés.



     4.  Visualiza la calma. En posición relajada, sentado o acostado, cierra los ojos. Luego, imagina que una luz sanadora color violeta se mueve por tu cuerpo, llevándose la tensión y el dolor. Otra técnica de visualización la propone Cindy Kubica de Nashville, Tennessee, especialista en estrés. Sugiere cerrar los ojos, poner la palma de la mano (hacia arriba) frente a ti e imaginar que tienes un cristal en la mano o utilizar una pequeña piedra.

Las culturas antiguas, incluyendo la egipcia, china y nativas de América, le atribuyen propiedades de sanación a ciertos minerales desde hace siglos. Los más populares son la amatista (calma la mente), el cuarzo (propiedades curativas) y la variscita (reduce la ansiedad). Visualiza como la piedra brilla e irradia calor dentro de tu palma y al centro de cuerpo, distribuyendo la luz y el color por tu pecho y hacia tu cabeza, brazos, dedos, piernas y tobillos.



     5. Calma tus sentidos con esencias. La aromaterapia es una antigua forma de medicina alternativa. Los extractos de plantas se usan para ayudar al bienestar psicológico y físico. Según la Alliance of International Aromatherapists, los aceites esenciales más populares para el alivio de la tensión y la ansiedad son la lavanda y la rosa, así como la mejorana para la relajación.

“Una buena manera de utilizarlos es poner una dosis pequeña (una par de gotas) de tu aroma favorito en la punta de tres dedos”, aconseja Kubika. “Pon las palmas de tus manos debajo de la nariz en posición de plegaria, con los dedos índices sobre los labios, y lentamente respira profundamente el aroma. Repite las respiraciones de tres a cinco veces, y siente cómo regresa la calma y disminuye el estrés causado por una ardua jornada de trabajo.

Obtenido de: Revista Entrepreneur. Volumen 20. Número 4. Abril 2012. Pp. 92-93.