Primer punto importante que hay que destacar: no eres tan mal
orador como crees.
“Cuando invitamos a gente tímida a dar pláticas ante grupos,
a menudo lo hacen mucho mejor de lo que habían pensado. Cuando se siente
timidez, hay una tendencia a subestimar tu desempeño”, afirma Lynne Henderson,
director del Shyness Institute (Instituto de la Timidez), organización sin
fines de lucro con sede en California.
Segundo punto importante a destacar: un poco de ansiedad es
buena, porque eso significa que te importa. Lo único que hace falta es
canalizar tu preocupación hacia las cosas adecuadas. Debes recordar que el
auditorio quiere escuchar a alguien que tiene el control de la situación y por
ende, que puede ayudarlos.
La primera
parte
Mira a tu audiencia. Esto lo haces dirigiéndote a ella con la
cabeza, es lo mismo que harías en una conversación. Y todos los discursos deben
ser conversaciones, incluso, aunque tú seas el único que habla.
Exprésale reconocimiento a la audiencia pero no de manera
vaga sino de una forma específica. “Estoy encantado de estar aquí” no funciona
tan bien como: “estoy encantado de estar aquí para hablar con ustedes”.
Después, de manera muy clara y sin muchas abstracciones,
diles que te dispones a hacer. ¿Qué tienes para dar? ¿qué necesitan ellos? ¿en qué
punto coinciden?
La historia
Los tres mejores consejos que se pueden dar a una persona que
va a hablar en público son:
- El tema puede ser aburrido; sin embargo, las historias que cuentes no pueden ser aburridas.
- Tú estás a cargo de la historia.
- La gente no extrañará lo que no está ahí.
Dale a la audiencia algo para que se lo lleve: ideas, tips,
reglas, algo útil.
Cómo te ves
Tómalo con calma. No es obligatorio hablar fuerte; no es
imprescindible ser insistente para presionar a la gente. En una palabra: no es
necesario “vender”. En el escenario, “vender” resulta simplemente insoportable.
Piensa en algún gran discurso histórico: si bien todos
implican vender algo, la venta queda en segundo plano. El asunto principal es
la información.
Por otro lado, se consciente de los movimientos que realizas
en el escenario ya que estos se magnifican:
Cuando cruzas las piernas, la gente lo nota.
Cuando te rascas la cara, la gente lo nota.
Cuando haces una luchita de pulgares contigo mismo, la gente se
da cuenta.
¡Así que estate en paz! La gente lo ve todo. Lo mejor de
controlar esta clase de movimientos es que, en cierta manera, también sirve
para calmarte a ti.
Cómo cerrar
el círculo
Preguntar si alguien tiene dudas o comentarios al final de
una charla no es tan efectivo como pedirle a la gente que levante la mano si
tiene preguntas (o que simplemente las planteen a gritos) y luego seguir
hablando. El objetivo es que alguien te interrumpa.
Si nadie hace preguntas, debes afinar tu discurso, porque eso
quiere decir que no hiciste que se cuestionaran de qué manera tu historia
afecta su vida. Porque no sostuviste una conversación. En realidad, esto
refleja que has hablado a ellos, no hablado con ellos. Piensa en las manos
levantadas como en un punto extra de tu desempeño.
Tu meta debe ser llegar a un punto el cual puedas decir; “tenemos
tiempo sólo para una pregunta más”. Lo cual es perfecto, significa que
entendieron lo que puedes hacer por ellos y quieren saber más acerca de la
manera en que tu historia puede satisfacer sus necesidades. Esto sugiere que
estás realizando un buen trabajo, tanto en el escenario como fuera de él.
Obtenido de Revista Entrepreneur. Año 20. Número 4. Abril 2012
0 comentarios:
Publicar un comentario