Tienes creencias en todas las áreas de tu vida: trabajo, dinero, política, amor, espiritualidad, etc.
Construyes la creencia a través de la información y la experiencia; una vez aceptada la creencia es generadora de conducta, crees en eso y te comportas de acuerdo con ello, tus conductas están condicionadas por tus creencias, las creencias por tanto definen el rango de acciones que te permites realizar, reduces tus posibilidades de acción a sólo aquellas que son coherentes con tu creencia.
A veces te das permiso para realizar conscientemente alguna acción contraria o incoherente con determinada creencia y el precio que pagas es sentir que te has traicionado aunque tus mecanismos de autodefensa intervendrán para ayudarte a olvidar tu traición.
Puedes clasificar tus creencias en dos grandes grupos, el primero agrupa las que generan poder y el segundo las que limitan tu poder.
Las primeras generan conductas que generan poder y, por tanto, los resultados que puedes conseguir; las segundas, por el contrario, general conductas que limitan tu poder y consecuentemente tus resultados.
Por otra parte, parece oportuno recordar que sea lo que sea en lo que creas, con convicción se convierte en tu realizad, “las creencias crean los hechos presentes” .
La mala noticia es que las creencias tienen raíces profundas, cuanto más tiempo conservas una creencias más difícil es cambiarla, la creencia se ha fortalecido a través de tu conducta, es decir de tus acciones, esas acciones repetidas tantas veces han creado conexiones fuertes en tu cerebro difíciles de modificar. Además has generado un tratado completo de razones o explicaciones para demostrar su validez e inconscientemente atraes o percibes selectivamente las circunstancias que apoyan las creencias que posees, y a veces llegas a decir, refiriéndote a tal creencia, “yo soy así” o “soy así por naturaleza”. Lo que quieres decir es que desde que te acuerdas has creído lo mismo, luego, debe ser algo que ya forma parte de tu ser y por tanto no puede ser cambiado o no quieres cambiar porque equivaldría a renunciar o a traicionar a tu persona y evidentemente no lo vas a permitir.
La buena noticia es que puedes cambiar tus creencias voluntariamente, todos tenemos la experiencia de haber modificado creencias a lo largo de nuestra vida, muchas más de las que reconocemos y a veces nos sorprende cuando recordamos creencias pasadas muy distintas o completamente opuestas a las que tenemos en el presente.
Una creencia no puede ser erradicada si no la sustituyes por otra nueva, en resumen, cada vez que no tengas éxito al implantar un proceso o una técnica que hayas aprendido, en este caso para incrementar tu productividad, existen elevadas posibilidades que la razón se deba a que estás manteniendo una creencia que es limitadora. Esta es una de las razones principales por las que no siempre incorporamos a nuestra vida los aprendizajes que deseamos.
Por eso, si crees que tendrás éxito tienes razón y si crees que no tendrás éxito también tienes razón, quien ha dicho que somos lo que creemos está en lo cierto.